El habla
Una cuña de andaluz en Los Pedroches
Desde el punto de vista lingüístico, Conquista se enmarca en una zona bien diferenciada dentro de la ya de por sí singular comarca de Los Pedroches. Esta zona, constituida por la propia Conquista, Cardeña, Azuel, Venta del Charco y, en menor medida, Torrecampo, presenta una serie de características dialectales que la separan claramente del resto de las hablas pedrocheñas, a las que, de todas maneras, se vincula genéticamente. En líneas generales, estas hablas se reconocen de inmediato por producir una sensación mayor de “andaluzamiento”, que viene motivada por dos importantes características: la existencia de una “s” que ya no es la castellana articulada con el ápice de la lengua, propia de todo el resto norte de la provincia, ni llega a ser enteramente plana como en la Campiña, sino un tipo intermedio entre ambas.
Del mismo modo, son más abundantes en la zona los casos esporádicos de seseo, aunque, de ningún modo, alcancen la sistematicidad con que el fenómeno se produce al sur del Guadalquivir, pero que contrasta con la precisa distinción del resto de la comarca.
Más perceptible y más interesante, si cabe, es el segundo de los rasgo que determinan la singularidad del habla de Conquista y sus pueblos circunvecinos: la extremada abertura con que se pronuncian las vocales finales que preceden a una -s de las que, al contrario que en otras hablas norteñas, apenas quedan restos aspirados en final de palabra. Al igual que en buena parte de la Andalucía oriental, el fenómeno no queda ahí, sino que la abertura de las vocales finales suele atraer a la de las vocales interiores de la palabra (sobre todo a partir de la sílaba sobre la que recae el acento), produciéndose un fenómeno característico que los dialectólogos conocen como “metafonía vocálica”. Existe, sin embargo, una importante diferencia entre la abertura y metafonía de Conquista y la del andaluz oriental, que radica no tanto en la manifestación en sí de la misma, como en la percepción que de ella tienen sus usuarios, pues en tanto los andaluces de oriente utilizan tales rasgos, al parecer, como marcas indicativas del plural, y reconocen, por tanto, si una palabra va en singular o plural por la menor o mayor abertura de las vocales, los hablantes de Conquista, aunque las realizan, no las emplean con tales fines y son incapaces de distinguir el número por este solo rasgo. Dicho en términos técnicos, se afirma que mientras en andaluz oriental la abertura y metafonía presentan carácter fonológico, en Conquista, pese a que el fenómeno se produce con regularidad, tal abertura y metafonía es meramente fonética.
Los dos rasgos enumerados, a los que habría que sumar algún otro como la presencia esporádica de una “ch” similar a la sevillana, confieren al habla de Conquista esa colaboración característica que la constituye en una de las hablas pedrocheñas más próximas a lo que canónicamente se considera el andaluz.
Desde el punto de vista lingüístico, Conquista se enmarca en una zona bien diferenciada dentro de la ya de por sí singular comarca de Los Pedroches. Esta zona, constituida por la propia Conquista, Cardeña, Azuel, Venta del Charco y, en menor medida, Torrecampo, presenta una serie de características dialectales que la separan claramente del resto de las hablas pedrocheñas, a las que, de todas maneras, se vincula genéticamente. En líneas generales, estas hablas se reconocen de inmediato por producir una sensación mayor de “andaluzamiento”, que viene motivada por dos importantes características: la existencia de una “s” que ya no es la castellana articulada con el ápice de la lengua, propia de todo el resto norte de la provincia, ni llega a ser enteramente plana como en la Campiña, sino un tipo intermedio entre ambas.
Del mismo modo, son más abundantes en la zona los casos esporádicos de seseo, aunque, de ningún modo, alcancen la sistematicidad con que el fenómeno se produce al sur del Guadalquivir, pero que contrasta con la precisa distinción del resto de la comarca.
Más perceptible y más interesante, si cabe, es el segundo de los rasgo que determinan la singularidad del habla de Conquista y sus pueblos circunvecinos: la extremada abertura con que se pronuncian las vocales finales que preceden a una -s de las que, al contrario que en otras hablas norteñas, apenas quedan restos aspirados en final de palabra. Al igual que en buena parte de la Andalucía oriental, el fenómeno no queda ahí, sino que la abertura de las vocales finales suele atraer a la de las vocales interiores de la palabra (sobre todo a partir de la sílaba sobre la que recae el acento), produciéndose un fenómeno característico que los dialectólogos conocen como “metafonía vocálica”. Existe, sin embargo, una importante diferencia entre la abertura y metafonía de Conquista y la del andaluz oriental, que radica no tanto en la manifestación en sí de la misma, como en la percepción que de ella tienen sus usuarios, pues en tanto los andaluces de oriente utilizan tales rasgos, al parecer, como marcas indicativas del plural, y reconocen, por tanto, si una palabra va en singular o plural por la menor o mayor abertura de las vocales, los hablantes de Conquista, aunque las realizan, no las emplean con tales fines y son incapaces de distinguir el número por este solo rasgo. Dicho en términos técnicos, se afirma que mientras en andaluz oriental la abertura y metafonía presentan carácter fonológico, en Conquista, pese a que el fenómeno se produce con regularidad, tal abertura y metafonía es meramente fonética.
Los dos rasgos enumerados, a los que habría que sumar algún otro como la presencia esporádica de una “ch” similar a la sevillana, confieren al habla de Conquista esa colaboración característica que la constituye en una de las hablas pedrocheñas más próximas a lo que canónicamente se considera el andaluz.